La migración venezolana de los últimos años ha tenido como uno de los principales receptores en la región al Perú; el cual, al no ser un país acostumbrado a recibir migrantes a tal magnitud, ha tenido que modificar sus políticas para poder atender las necesidades básicas de esta población, como lo es la salud y la educación. En este contexto, la calidad de vida puede verse severamente afectada en estas personas, lo que hace necesario su estudio.
Una encuesta realizada a 212 venezolanos residentes en las ciudades de Chimbote y Nuevo Chimbote; en su mayoría varones (60,4%) y con una mediana de edad de 27 años, encontró que más de dos terceras partes (68,9%) de la población migrante presentó ansiedad y/o depresión; alrededor de 1 de cada 6 presentó algún grado de dolor o malestar; y en menor medida vieron afectadas sus actividades cotidianas, de autocuidado y de movilidad. Así pues, los migrantes con educación superior universitaria tuvieron mayor proporción de ansiedad y/o depresión en comparación con los que tenían estudios de secundaria.
Estos datos nos muestran la situación en la que están la mayoría de venezolanos que vienen a nuestro País por un mejor futuro. En especial, aquellos que tienen estudios universitarios, pues estos podrían tener una mayor probabilidad de ser afectados por la depresión o la ansiedad generada de un proceso de migración especialmente doloroso al frustrar las expectativas de un profesional, que suelen ser más altas. Esto llama a la necesidad de estudiar más a fondo y de manera prospectiva la calidad de vida de estos migrantes, y evaluar intervenciones en los grupos más afectados.
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